DE LOS COMPROMISOS DEL MÉTODO BIOGRÁFICO PARA TODOS LOS ACTORES PARTICIPANTES DE UNA INVESTIGACIÓN
Lamento compartir con ustedes una noticia intranquilizadora: la metodología única, universal y mejor no existe. Si existiese por un lado sería infinitamente más fácil. Cumplimos con lo que hay que hacer y listo. Tendremos éxito. …Ahora que lo pienso bien...también sería inmensamente más aburrido, menos desafiante y profundamente irrespetuosa de las personas participantes de la problemática (tanto investigadores como investigados). Todas las investigaciones (y con esto digo todas las tesis) serían iguales en su estructura y desarrollo.
Una investigación es dialógica. Se plantea como una charla entre personas que comparten un problema. Eso genera una postura ontológica, epistemológica y metodológica. No es algo simplemente superficial o declaratorio. Solo para comenzar. Creer en la ilusión de métodos únicos puede ser muy aliviador emocionalmente. Pero también significa entrar en un camino de forzamiento de la realidad y los procesos para que el resultado sea el que siempre tuvimos en mente.
Tal vez esté haciendo un planteo muy
elemental. Pero entonces me pregunto por qué me encuentro para evaluar informes
de tesis en los cuales el autor parece saberlo todo desde un principio hasta el
fin y no demuestra haber aprendido nada nuevo en todo el recorrido. Ay, ay,
ay, pienso. Tanto trabajo -porque hacer una tesis implica una gran inversión de
tiempo, esfuerzo, estudio, reflexión y dialogo- para tan poco:
simplemente alcanzar limitadamente el objetivo administrativo de cumplir con un
paso imprescindible para egresar. Escribir un informe y recibir un diploma.
Mucha inversión (demasiada) para tan poco.
Pero una investigación de tesis puede ser otra cosa. Algo más valorizante para quien la hace y con quienes la hace. Es decir, sino es un simple informe monográfico … ¿Qué es? Bueno, por lo menos -o lo máximo, según se viva- es el compromiso con todo el proceso de la investigación. Es ponerse en tesis. Es ponerse en la tesis. Y en definitiva es exponerse en la tesis. La diferencia es abismal. Entre un simple trabajo escolar y el comienzo de una carrera académica. En cuyo recorrido las investigaciones continuarán, continuarán y continuarán. ¿Por qué privarse del placer de aprender a hacerlo bien? ¿Por qué establecer una barrera entre investigador el resto de los participantes que serán quienes nos enseñarán lo que aún no sabemos?
¿Es lo que recomiendo? Por favor, no me otorguen ese lugar supremo de autoridad moral de recomendarle a nadie lo que tiene que hacer. Apenas puedo comentarles lo que yo hago: Me comprometo. Me meto en lo que hago o no lo hago. La diferencia en lo personal interior es supina y en lo exterior de producción de conocimiento es vivenciable y apreciable para cualquier lector. Se nota. Si usted es tesista, le puedo asegurar que cualquier miembro del jurado tardará apenas unos minutos en reconocer cuál de los dos caminos usted ha transitado.
En el proceso, las palabras fluyen. Tejen,
se tejen. En el final no hay un informe. Hay un texto que atrapa. Que descree
de lo que se ha dicho con anterioridad y presenta una novedad. Ora desconocida
para los teóricos que se habían ocupado del
tema, ora nunca escuchado o leído para el investigador que estudio el tema, ora
no percibido para los actores del campo. O ... todo eso junto. Éxtasis de una
investigación que deriva en una de esas tesis que causan placer de realizar y
goce al ser leídas. Existen. (Muchas veces me llegan de esas para evaluar. ¡Es
una fiesta de lectura!). Todo mediado por el compromiso que en este momento
incluye la demanda al compromiso del evaluador en mirar (y disfrutar) hasta el
último detalle. La pequeña gran diferencia.
¿Y en dónde más encontramos el compromiso? En la palabra. El género humano está hecho de palabras. Y ellas no están aisladas en una vida en sociedad. Se cruzan y entrecruzan. Salen a la luz o se ocultan. Se mezclan y se funden. Se deconstruyen y construyen permanentemente. De manera dinámica. Por eso trabajo en mis investigaciones con palabras. Con discursos. Con narrativas. Con conversaciones. Porque... “En la verdadera vida del lenguaje se cultiva la convivencia, la acción conjunta, y esto ocurre sobre todo en las conversaciones”, (Gadamer, 1997, p. 94).
¿Toda palabra da lo mismo? Bueno ... justamente, no. Por eso, el primer pecado metodológico es arrasar la carga semántica de las palabras. Manipularlas sin escucharlas. Hacerles padecer una contabilidad irrespetuosa y descomprometida. ¿Para qué alguien haría semejante despropósito? Para que el resultado le dé lo que quería encontrar. Sólo se demostró a sí mismo lo astuto que era anticipando el nudo del problema. Para semejante autohomenaje utilizan una tesis y desperdician la oportunidad de convertirse en investigadores.
Dijo el gran pedagogo nordestino:
“investigo porque me investigo”, (Freire, 1996). Me permito tomarlo para una
paráfrasis: analizo el discurso del otro porque analizo mi discurso. No somos
extraños. No estamos en diferentes niveles jerárquicos de conocimiento.
Investigo para aprender. Que los que ya lo saben todo escriban un libro y lo
compartan. Los que tomamos la decisión ético-política de aceptarnos limitados
en nuestro conocimiento, vamos al campo a aprender. Y no a confirmar lo que ya
sabíamos.
¿Por qué investigamos lo que investigamos? ...uhm...vamos por la honestidad intelectual más brutal: porque lo deseamos. Luego vendrán las fundamentaciones que por supuesto pueden y deben ser tan necesarias como valederas. Pero desde el inicio estamos (como investigadores investigando) en uno de los cardinales de la investigación. No vale la pena negarlo. Es evidente. Y en algún sentido contribuye a la sanidad de la tarea. Vamos a investigar lo que deseamos, porque lo deseamos y con los limitados recursos que disponemos. Acá viene una consecuencia inevitable: dejemos de lado el tono firme del profesor sabelotodo. (Al cual a veces el sistema educativo nos fuerza, lo admito). Amamos el conocimiento. Vamos por él. Procuramos su encuentro. Y si el dispositivo metodológico de la investigación (que nosotros mismos vamos a armar) no nos juega en contra, algo bueno va a aparecer. Se los aseguro.
Investigamos porque hay algo que nos
incomoda. Una porción de la realidad nos molesta. No estamos conformes.
Queremos una respuesta y nos hacemos una pregunta, y otra, y otra. “El arte de
preguntar es el arte de seguir preguntando, y esto significa que es el arte de
pensar. Se llama dialéctica porque es el arte de llevar una auténtica
conversación”, (Gadamer, 1993, p. 444). Lo que la academia reconoce con su
canon y sus representantes tribunalicios como una buena tesis no difiere de ser
una buena conversación comprometida.
Por eso investigar no es para tímidos ni especuladores. Tener una lista finita y cerrada de preguntas en el inicio de una tesis es un buen plan para la insatisfacción. Si abrimos una cuestión, la abrimos. Y a poner el cuerpo en eso. A disponerse a escuchar lo que nos va a encantar escuchar (porque coincide con nuestros gustos) y a oír lo que hubiéramos preferido jamás saber (ora porque no nos gusta, ora porque nos contradice en nuestras convicciones previas y presupuestos). Y sí…estábamos equivocados. Pero en eso se apoya la ciencia. En enunciados que puede ser falsos y cuya falsedad se puede demostrar. Para afirmaciones generales, contundentes y cerradas ya están los políticos y los parapsicólogos. El investigador que encuentra ese infierno tan temido que algunos consideran error, es simplemente alguien que ha hecho adecuadamente su trabajo. Eso será valorado, muy valorado por todos sus lectores (incluyendo a los miembros del tribunal).
Entonces, en la intimidad del escritor
tesista se juega su honestidad y su compromiso con lo hallado. Se puede mentir
a sí mismo con gran facilidad. Pone bajo la alfombra para que no moleste la
belleza de la estructura pensada previamente. O toma con valentía la palabra
del otro (especialmente del otro distinto) y se expone con claridad porque es
el diferencial concreto y evaluable de lo que la persona del campo nos aporta
con total generosidad y sin especulación alguna con la inmensa sabiduría que
viene justamente del territorio y de una forma que a los académicos nos cuesta
asumir: el actor del campo tiene
su propia sociología de lo que acontece. El actor del campo no es un mero
oprimido por la realidad que lo rodea. Tiene sus concepciones. No pidió permiso
para tener una cosmovisión de los hechos. Y si nos siente comprometidos con el
tema y nos siente respetuosos de su palabra compartirá con una generosidad
incalculable su enorme sabiduría. Por el contrario, si percibe que le estamos
tomando examen, se reservará lo que sabe para alguien más inteligente.
Hago aquí una nota aparte muy especial. Muchas veces el investigador implora hasta el ruego más profundo que el actor participante le otorgue una entrevista o comparta un documento. Y una vez conseguida la información olvida para siempre jamás que eso le genera el compromiso de darle una devolución de los hallazgos de la investigación. ¿Cuándo se revertirá esa tendencia? No lo sé. Les juro que no tengo todas las respuestas. Pero investigadores (tesistas) abandónicos (de los participantes de la investigación) hay muchos.
Volvamos. Entonces: ¿Están decididos a escuchar una voz diferente a la de ustedes? ¿Qué opción van a tomar? Lo más importante: solo ustedes lo sabrán. Simplemente me atrevo a hacer un comentario: vivirán con eso toda la vida. Solo ustedes conocerán cuán honestos, comprometidos y respetuosos son ustedes en sus investigaciones.
(Aunque también debo reconocer que cierta expertise después de años de ser miembro de tribunales, algún indicio puedo tener y no creo que sea una cualidad que no comparta con otros colegas.)
Una investigación que tiene por propósito
generar una tesis de maestría o de doctorado se realiza en un entorno
determinado con reglas claras que deben estudiarse en
profundidad y cumplirse a rajatabla. Escritura Académica, Metodología I y II,
Seminario Integrador, Seminario Permanente, Ateneos, y otras expresiones del
menú. Hay que estudiar. Leer, analizar y profundizar. Además, debieran ser de las
primeras ideas que tienen que conversar el tesista con su orientador. Otra vez,
no toda la vida es tan ordenada y tan organizada. En una tesis hay (y debe
haber) un espacio de rebeldía. Pero un rebelde genuino, primero estudia. Luego
discute o propone una alternativa.
“Al abrir la caja negra de los hechos científicos, sabíamos que estábamos abriendo la caja de Pandora. No había forma de evitarlo” (Latour, 2001, p. 37). Pero llegó el momento de mostrar cuán valientes y responsables podemos ser. Un verdadero investigador debe ser osado…pero con causa. So riesgo de convertirse en su principal obstáculo. En eso no habrá profesor o profesora de metodología u orientador/a que pueda ayudarlo. Se trata de un diálogo franco y profundo con sí mismo. Obviamente puede mentirse y además creerse su propia falacia. En ese caso el círculo trágico habrá quedado perfectamente cerrado y la oportunidad de desbrozar el tema que era el motivo de inquietante (problema de la investigación) habrá huido del escenario.
Existe una larga tradición de la educación
tradicional (debemos como gestores y docentes hacernos cargos de esto) del
reforzamiento de las fuentes de conocimiento como los libros y lo que decimos
los profesores de los libros. Libros que solo confirman lo que dicen otros
libros y el sacerdote encargado de reforzarlo en la homilía pagana (o clase
expositiva) es, somos los profesores. No es de extrañar entonces que el tesista
no tenga una adecuada representación del peso que el comportamiento en el campo
en el valor total de su producto de
investigación. Las lecturas previas son importantes. Muy importantes. Reflejan
lo que los intelectuales académicos han reflexionado y plasmado en escrito
sobre las temáticas que nos ocupan. Otro tanto pasa con el estado del arte. Que
pinta un panorama de las últimas investigaciones y artículos y comunicaciones
derivadas sobre esos mismos puntos. No se debiera encarar una tesis de maestría
o doctorado sin estos antecedentes.
Pero el diferencial de cada tesis, lo que transforma a un tesista en un master o un doctor es su trabajo en el campo. Los datos relevados, la información analizada, las consideraciones alcanzadas. (Por eso en el gráfico -que ya llega, calma- estos contenidos ocupan más de la mitad). El descuido en el campo no es un buen recorrido para un trabajo de tesis. Lo entendemos. Tal vez sea más fácil leer un libro o preguntar a un profesor. Lamentamos quebrar una ilusión más. La investigación es dialógica -insistimos- y la charla no siempre es coherente. Tiene saltos. Huecos. Contradicciones. Simplemente porque lo social no es homogéneo, no es único y no es dócil a una síntesis sencilla. O si se prefiere, homogeneizar, sintetizar, abreviar conllevan una violencia inconsistente con nuestro compromiso de investigadores.
¿Dónde está esa realidad compleja de lo social? Dejemos, por el bien de nuestro trabajo de investigación, las explicaciones abreviadas. “Lo social parece estar diluido en todas partes, y sin embargo en ninguna parte en particular”, (Latour, 2008, p. 15). ¿Y entonces? La investigación científica guarda un parecido con un artesanato. Detalle por detalle. En una reconstrucción que la constituye como tarea noble y trabajador consciente.
Una y otra vez aparece el tema del compromiso. Más aún: de comprometerse. En este punto, en este día podemos determinar la muerte del alumno. Esa figura que disciplinadamente realiza la tarea, lee lo que haya que leer, repite las palabras del profesor y considera que ha alcanzado el conocimiento de un tema. El compromiso al mismo tiempo de representar su muerte, se presenta como el nacimiento de otra figura: el estudiante. Y estudiantes somos todos. Los tesistas, investigadores iniciales, y los profesores, investigadores con trayectoria.
Desde la elección del tema. ¿Lo escojo porque me parece que me resultará fácil? ¿O porque creo que es una deuda que entiendo que la educación no tiene saldada? ¿Una realidad contradictoria con las amables declaraciones realizadas en congresos o publicadas en revistas? ¿Una injusticia que vive y convive en el cotidiano de la escuela o la universidad?
Es el momento de marcar de qué lado estamos. ¿En el sector de la ciencia confirmada y tranquila o en el de la investigación inquietante de lo irresuelto? Entonces, ir por el camino sin alteraciones de lo conocido...
“…o bien se trata en forma fidedigna a los otros y re-presentarlos con objetividad científica, o de producir conocimiento a partir de un compromiso intenso e intersubjetivo, dialógicamente mediado, sin que la violencia de la intervención científica los someta en una suerte (…) de microimperialismo” (Batallán, 1995, p. 98).
Cuando el candidato a master o doctor se
compromete y abandona el cálido y amable espacio de la simple confirmación de
lo que a priori iba a buscar, no solo se está abriendo a un
camino alternativo, asumiendo las opciones, respetando las voces disidentes y
valorizando el saber del otro sino está autoevaluándose como master o doctor.
Existe, claro, un proceso y una ceremonia en dónde un tribunal de diplomados que dice si alguien se merece esa categoría. Pero cuando se llega a ese momento, a ese día, ya casi todo está jugado. Cada investigador tiene conciencia si ya está o no en el nuevo estadio al que se postula.
Y ahora la multipropuesta
El diseño presentado es una invitación. Un conjunto de decisiones preliminares para iniciar el recorrido. Tal vez, no con la idea de mapa que sintetiza el territorio sino como una guía. Considerar este diseño como una guía de viaje es un aporte metodológico sustancial (además de una postura onto-epistemológica). “La ventaja de un libro de viaje es que no puede ser confundido con el territorio al que simplemente se superpone” (Latour, 2008, p. 35). Es decir, es un menú de sugerencias. Que irán incorporando reflexiones y continuos rediseños. “En nuestra opinión, el diseño de la investigación debe ser un proceso reflexivo en todas las etapas del desarrollo del proceso”, (Hammersley y Atkinson, 1994, p. 40). Ya se verá como otros textos complementan esta guía inicial.
Vamos. Leamos juntos el gráfico. Lo primero que habría que considerar es lo que no está. El esquema representa la producción de conocimiento de una investigación. Una investigación (conjeturando positivamente) en una cadena de investigaciones. Es decir, un trabajo así para para generación de una tesis de maestría o de doctorado es un eslabón en la trayectoria de una persona. Muchos de los errores de un proyecto de tesis es investigar todo sobre un tema determinado en solo una investigación. Revise y dialogue con su orientador u orientadora recortes posibles. La vida continúa. Inclusive la del investigador. (Mentalidad positiva: se sobrevive).
En segundo lugar, hago un destaque
estético-organizativo. Lo primero que aparece a la izquierda en lo que
genéricamente denominamos marco teórico y que para ser más precisos podríamos
desagregar en: líneas teóricas tomadas, marco conceptual y estado del arte.
Olvide la idea de hacer una investigación sin tener muy trabajada estas
distancias fundantes. Pero como usted mismo puede apreciar ocupa un poco menos
de la mitad de la tesis. Con esto digo, estudie mucho lo estudiado por otros
sobre el tema que usted
investigará. (So peligro de hablar o escribir como si usted estuviera
inaugurando el problema). Pero no ayuda pensar que sólo eso transformará una
muy buena colección de lectura racionales en una tesis (chárlelo con su
orientador/a). Es el campo lo que determina.
Y en el campo (más de la mitad, según está graficado) demanda espíritu abierto, trabajo previo y actitud flexible en cada momento de su realización. Un buen ejemplo de lo que no hay que hacer: prepare el más inteligente de los cuestionarios preséntelo a los participantes y no cambie nada, aunque usted perciba que algo no está aconteciendo como usted lo tenía previsto. En ese caso, será bienvenido al club de los que se autoperciben como investigadores y no pasan de ser fabricantes de informes. Mil veces pido disculpas por la franqueza brutal. Es preferible considerarlo al comienzo y no invertir tiempo en trabajos limitados por el propio descompromiso de su autor.
En la parte que señalo como campo aparece la triple triangulación. Sí, tres veces tres. Por un lado, se muestran las fuentes de obtención de datos. En ningún libro serio de metodología y ningún autor serio de metodología ha dicho que no se puedan combinar estrategias metodológicas. En mi propuesta están junto relatos de vida, etnografía y análisis documental (primera triangulación: tradiciones o estrategias metodológicas). Me valgo para la obtención de los materiales de entrevistas en profundidad, observaciones etnográficas con sus respectivos registros sistematizados, y análisis documental (segunda triangulación: herramental). Y, por último, pero no por ello de menor valor, la voz de actores diversos (tercera triangulación: de voces).
Vuelvo al comienzo. Los actores del campo
generan un volumen no siempre valorado de información. No hay razón
alguna para, como diría un economista, desperdiciar semejante capital de datos.
Claro, el análisis representa o por lo menos presenta en el final de esta
exposición de mi método que genéricamente denomino biográfico la fase final del
compromiso. Sólo en investigador en la privacidad de su escritorio tiene plena
conciencia sobre cuán respetuoso ha sido de la palabra del actor del campo que
ha tenido la generosidad de participar de nuestra investigación (que les
recuerdo con toda intencionalidad nació de un deseo nuestro).
Por último, destaco que para el análisis de todos los textos utilizo la propuesta de Barthes (1973). ¿Por qué? La considero de las menos sesgadas por ese positivista que todos tenemos dentro y de las más comprometidas con el centro de la razón de la incorporación de cada pieza (oral o escrita): el complejo fenómeno cultural de la significación de los elementos. No me interesa saber cuántas veces un actor o un documento menciona la palabra inclusión, por ejemplo. Me preocupa y me ocupa saber si en el entorno hay inclusión real o no. Qué dicen los actores y cómo se comportan.
Recordemos que las metodologías son dialógicas. Lo mejor que podría pasar es tomar esta propuesta y romperla para volverla a reconstruir con nuevos elementos adecuados a los problemas de investigación que los motiven y respetuosos de los actores que participen del trabajo. Sea como fuera, me pregunto: ¿cuán comprometido y osado (al mismo tiempo) será usted en su próxima investigación?
Referencias
Barthes, R. (1973). Análise Estructural da Narrativa. Vozes.
Batalán, G. (1995). Autor y actores en antropología: tradición y ética en el trabajo de campo. Revista Academia, 1. UHAC.
Freire, P. (1999). Pedagogia da autonomia. Paz e Terra.
Gadamer, H. (1993). Verdad y método I. Fundamentos de una hermenéutica filosófica. Sígueme.
Gadamer, H. (1997). Mito y razón. Paidos.
Hammersley, M. y A, P. (2009). Etnografía. Métodos de investigación. Paidos.
Latour, B. (2001) La esperanza de pandora. Ensayos sobre la realidad de los estudios de la ciencia. Gedisa.
Latour, B. (2008). Reensamblar lo social. Una introducción a la teoría del actor-red. Manantial.
Palomo, Ch. (2015). Seminario Permanente de Tesis. UDE (Universidad de la Empres
[1] Doctor en Educación por la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF - UNLa), Argentina.
ORCID: 0000-0001-5276-9565
charliepalomo@gmail.com